Todos los días salgo a la misma hora de mi apartamento, cuando aún esta oscuro a la estación más cercana de Encicla (Sistema de Bicicletas Públicas del Valle de Aburrá), siempre recorro el camino con auriculares, pero esta vez decidí escuchar todo lo que me rodeará, escuchar hasta el más tranquilo soplo, fue algo difícil debido a que no vivo en un barrio ruidoso y menos a las 5:20 de la mañana atraparé sinfonía en el ambiente.
No escuchaba nada, y ese nada lo era todo, suena a un intento de poesía, pero lo es, era contado el cantar del pájaro que se escuchaba a lo lejos o el ruedo del motor que pasaba cada prolongado tiempo. Al llegar a la estación sigo sin oír nada, realizó el préstamo de la bicicleta y en el camino logro al fin oír algo, es la campaña de la bici, que al pasar calles con pequeños huecos o resaltos suena como si intencionalmente quisiera hacerse escuchar en ese gran silencio, entre más cerca estoy a la carrera 70 puedo comenzar a escuchar las ruedas rechinar de los vendedores ambulantes y de quienes van en otras bicicletas, aumenta el flujo vehicular y comienza a salir el sol, más que tráfico, no escucho nada.
No escuchaba nada, y ese nada lo era todo, suena a un intento de poesía, pero lo es, era contado el cantar del pájaro que se escuchaba a lo lejos o el ruedo del motor que pasaba cada prolongado tiempo. Al llegar a la estación sigo sin oír nada, realizó el préstamo de la bicicleta y en el camino logro al fin oír algo, es la campaña de la bici, que al pasar calles con pequeños huecos o resaltos suena como si intencionalmente quisiera hacerse escuchar en ese gran silencio, entre más cerca estoy a la carrera 70 puedo comenzar a escuchar las ruedas rechinar de los vendedores ambulantes y de quienes van en otras bicicletas, aumenta el flujo vehicular y comienza a salir el sol, más que tráfico, no escucho nada.
Llegando a la universidad el tráfico se incrementa notablemente y los pitos se vuelven la armonía diaria, lo que rompe el silencio, le grito a un hombre pelafustán ya que no nos deja pasar a otro ciclista y a mi debido a su imprudencia, el hombre me mira como que le hubieran gritado en otro idioma y yo sonrío porque no me gusta ser grosero pero cuando lo soy me encanta que no sepan que los insulto.
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